Bursitis prerrotuliana

La bursitis prerrotuliana es una condición inflamatoria que afecta la bursa situada justo delante de la rótula (patela). Esta pequeña bolsa llena de líquido tiene la función de reducir la fricción entre la piel y la estructura ósea de la rótula durante el movimiento de la rodilla. Cuando se inflama, causa dolor, hinchazón y dificultad para arrodillarse o apoyar la rodilla. También se conoce como “rodilla del limpiador” o “rodilla de la monja”, debido a su relación con actividades que implican presión repetida sobre la parte anterior de la articulación.

¿A QUIEN PUEDE AFECTAR ESTE PROBLEMA?

Esta afección es más común en adultos que realizan tareas que requieren arrodillarse frecuentemente, como jardineros, mecánicos, carpinteros, deportistas y trabajadores domésticos. Entre los factores de riesgo se incluyen los traumatismos repetitivos, la presencia de heridas o infecciones en la piel cercanas a la zona, enfermedades articulares inflamatorias como la artritis reumatoide, la gota, y condiciones crónicas como la diabetes. Aunque puede aparecer a cualquier edad, es más prevalente en personas mayores por el desgaste de los tejidos periarticulares.

SÍNTOMAS, SÍGNOS Y DIAGNÓSTICO

Los principales síntomas de la bursitis prepatelar son dolor localizado en la parte frontal de la rodilla, inflamación visible, enrojecimiento y sensibilidad. En algunos casos, puede presentarse calor local, lo que sugiere una posible infección. A diferencia de otras causas de dolor articular, esta no suele generar dolor profundo al flexionar la articulación, sino al aplicar presión directa sobre la zona. El diagnóstico suele basarse en la evaluación clínica, aunque se pueden usar radiografías o ecografías para descartar otras patologías. Si se sospecha una bursitis séptica, se recomienda la aspiración del líquido sinovial para su análisis y cultivo.

TRATAMIENTO DE LA BURSITIS PRERROTULIANA

El tratamiento inicial es conservador e incluye medidas como reposo, aplicación de hielo, compresión y elevación de la rodilla (protocolo RICE), además del uso de antiinflamatorios no esteroideos. En casos con acumulación de líquido, puede indicarse aspiración con aguja para aliviar los síntomas. Si se confirma infección, el tratamiento antibiótico es fundamental. Cuando la bursitis se vuelve crónica, recurrente o no responde al tratamiento convencional, se puede considerar una bursectomía, procedimiento quirúrgico para extirpar la bursa inflamada. Con el enfoque adecuado, la mayoría de los pacientes se recupera por completo y puede retomar sus actividades habituales evitando la exposición prolongada a presión sobre la rodilla.