Epicondilitis o Codo de Tenista

Comúnmente llamada epicondilitis o "codo de tenista", se trata de una tendinopatía de los extensores de la muñeca que afecta a la zona mas lateral del codo (zona del epicóndilo del húmero). Este es un trastorno común que afecta normalmente a personas que realizan movimientos que requieren torsión repetitiva de la muñeca, como albañiles, plomeros o limpiadores. Esto se ve comúnmente en los deportistas de raqueta, donde un mal agarre puede sobrecargar los tendones y eventualmente provocar enfermedades. Aunque se conoce como "codo de tenista", no es necesario practicar este deporte para desarrollarlo. El diagnóstico es principalmente clínico. En la mayoría de los casos, la enfermedad puede diagnosticarse fácilmente mediante síntomas y un simple examen físico realizado por un médico calificado. Pruebas adicionales, como radiografías simples o ecografías (nosotros la realizamos siempre en consulta), pueden ayudar a comprender ciertos aspectos de la enfermedad, como el grado de afectación, pero no son esenciales para diagnosticar el problema.

El tratamiento siempre debe iniciarse de forma conservadora. En muchos casos, la fisioterapia es la forma más eficaz de aliviar el dolor. Se deben incluir ejercicios de estiramiento concéntricos y excéntricos y terapia manual. La infiltración suele reservarse sólo para afecciones muy graves o de larga duración en las que la fisioterapia no proporciona una mejoría suficiente. Existe una amplia variedad de productos en los que se puede penetrar y se requiere un análisis exhaustivo para comprender sus ventajas y desventajas. Una opción es la infiltración de plasma rico en plaquetas (PRP), que en algunos casos es eficaz para aliviar el dolor en esta afección. Otra opción es la infiltración clásica con corticoides. Es necesario realizar una valoración personalizada para ofrecer la mejor opción a cada paciente.

La cirugía es un último recurso y debe realizarse cuando no hay mejoría a pesar del tratamiento conservador. Consiste en la liberación parcial del tendón dañado. Esta puede realizarse por cirugía abierta clásica o por vía artroscópica, que requiere una formación especial del cirujano que la realiza.