La conexión entre la fascia plantar y el tendón de Aquiles: una clave para entender el dolor en el talón

La fascia plantar y el tendón de Aquiles están estrechamente relacionados a través del hueso del talón (calcáneo), formando un sistema funcional que distribuye las fuerzas cuando caminamos o estamos de pie. Aunque no están unidos directamente, trabajan juntos biomecánicamente, y cualquier alteración en uno puede afectar al otro.

Cuando el tendón de Aquiles se vuelve rígido o acortado, puede aumentar la tensión sobre la fascia plantar, lo que favorece la aparición de problemas como la fascitis plantar (dolor en la planta del pie) o la tendinopatía aquilea (dolor en el tendón de Aquiles). Además, estos desequilibrios pueden provocar cambios estructurales en el hueso del talón, como la aparición de espolones.

¿Cómo se puede tratar o prevenir este desequilibrio?

El tratamiento conservador más recomendado se basa en mejorar la flexibilidad y la función de ambas estructuras. Las estrategias incluyen:

Estiramientos de la fascia plantar y de los músculos de la pantorrilla (especialmente el gastrocnemio y sóleo).

Ejercicios excéntricos del tendón de Aquiles, útiles para aliviar el dolor y prevenir lesiones.

Ortesis plantares (plantillas prefabricadas o personalizadas) para reducir la tensión sobre la fascia.

Uso de calzado adecuado, evitando tacones y favoreciendo zapatos con buen soporte.

Fisioterapia funcional, incluyendo ejercicios de fortalecimiento y propiocepción (equilibrio y control).

Educación sobre la carga progresiva, para adaptar la actividad física sin empeorar los síntomas.

Con un enfoque integral que considere ambas estructuras, es posible aliviar el dolor, mejorar la movilidad y prevenir recaídas.