Fracturas de FEMUR DISTAL

Fracturas de meseta tibial: una mirada integral a su diagnóstico y tratamiento
Las fracturas de meseta tibial afectan la superficie articular proximal de la tibia, una zona crítica para la estabilidad y función de la rodilla. Estas lesiones comprometen la congruencia articular y la integridad de los tejidos blandos circundantes, por lo que representan un desafío diagnóstico y terapéutico. Su complejidad anatómica exige una valoración minuciosa para evitar secuelas funcionales como artrosis postraumática, inestabilidad o rigidez articular.
¿A QUIEN PUEDE AFECTAR ESTE PROBLEMA?
Este tipo de fracturas se observa con mayor frecuencia en adultos jóvenes tras traumatismos de alta energía (accidentes de tráfico o caídas desde altura) y en adultos mayores por mecanismos de baja energía, especialmente en presencia de osteoporosis. Los factores de riesgo incluyen edad avanzada, sexo femenino, densidad mineral ósea reducida, deportes de alto impacto y enfermedades metabólicas óseas. En pacientes con osteopenia, incluso traumatismos menores pueden producir fracturas complejas.


SÍNTOMAS, SÍGNOS Y DIAGNÓSTICO
Clínicamente, los pacientes presentan dolor localizado, inflamación, incapacidad para cargar peso, derrame articular y, en casos más graves, deformidad evidente. Puede haber compromiso neurovascular, por lo que su evaluación es prioritaria. La presencia de ampollas tensas, equimosis extensas o síndrome compartimental requiere atención urgente.
El diagnóstico se basa en radiografías simples (anteroposterior y lateral), pero la tomografía computarizada (TC) es esencial para evaluar la morfología de la fractura, desplazamiento y afectación articular. La clasificación más utilizada es la de Schatzker, que divide las fracturas en seis tipos según el patrón y complejidad, desde afectación mínima del platillo lateral (tipo I) hasta fracturas bicondilares con hundimiento y conminución (tipo VI). Esta clasificación orienta el manejo y pronóstico.
TRATAMIENTO DE LA FRACTURAS DE MESETA TIBIAL
El tratamiento conservador se reserva para fracturas no desplazadas, estables y sin afectación articular significativa. Incluye inmovilización, descarga de peso y fisioterapia temprana. En contraste, el tratamiento quirúrgico está indicado en desplazamientos articulares mayores de 2 mm, inestabilidad, hundimiento de la meseta o compromiso de tejidos blandos. Las opciones quirúrgicas incluyen fijación interna con placas y tornillos, osteosíntesis mínimamente invasiva, abordajes combinados (anterolaterales y posteromediales) y técnicas asistidas por artroscopia. En fracturas complejas o con daño extenso del cartílago, la evidencia reciente apoya el uso de sustitutos óseos, injertos estructurales o incluso prótesis primarias en pacientes seleccionados.
La elección del abordaje debe individualizarse según la clasificación, estado del paciente, integridad de partes blandas y recursos disponibles. La evidencia actual resalta la importancia de una reducción anatómica, estabilización precoz y movilización temprana para optimizar la recuperación funcional y reducir complicaciones. El manejo multidisciplinario, el seguimiento radiológico y la rehabilitación estructurada son pilares fundamentales del tratamiento exitoso.