Lesiones musculares: una visión actualizada desde la fisiopatología hasta el tratamiento
Las lesiones musculares representan una de las causas más frecuentes de consulta médica en el ámbito deportivo y clínico general, afectando tanto a atletas como a la población general. Se producen por mecanismos como elongación excesiva, contracción excéntrica forzada o un impacto directo, y su incidencia es alta en músculos biarticulares como los isquiotibiales, cuádriceps y gemelos. Su adecuada clasificación y manejo son fundamentales para prevenir recurrencias y optimizar la recuperación funcional.
Desde el punto de vista fisiopatológico, las lesiones musculares se dividen en tres fases: fase destructiva, fase de reparación y fase de remodelación. En la fase inicial destructiva ocurre la ruptura de fibras musculares y capilares suele durar de una a dos semanas, dependiendo de la gravedad de la lesión. Posteriormente comienza la segunda fase que consiste en la fase de reparación, donde se inicia la regeneración de fibras musculares y la formación de tejido cicatricial esta fase, al igual que la primera puede durar varias semanas y depende de la extension y gravedad de la lesión. Finalmente, en la fase de remodelación, el tejido muscular nuevo madura y se reorganiza estructuralmente.
Clínicamente, los síntomas incluyen dolor localizado, edema, hematoma, debilidad muscular y limitación funcional. Los signos pueden variar desde sensibilidad a la palpación hasta defectos palpables en lesiones graves. Existen varias clasificaciones, la mas básica clasifica en grados I (distensión leve), II (rotura parcial) y III (ruptura completa). Esta clasificación guía la elección terapéutica y pronóstico de recuperación.
El diagnóstico debe ser clínico, complementado con estudios por imágenes. La ecografía musculoesquelética es útil en fases tempranas para valorar hematomas o desgarros y seguir su evolución, mientras que la resonancia magnética (RM) ofrece una evaluación más detallada de la extensión del daño y la evolución tisular. La clasificación de lesiones mediante RM, como la de Müller-Wohlfahrt, ha demostrado correlación con el tiempo de retorno deportivo y es ampliamente utilizada en la práctica actual.
El tratamiento conservador es el enfoque inicial para la mayoría de las lesiones musculares, especialmente las de grado I y II. Incluye el protocolo RICE (reposo, hielo, compresión, elevación) en fase aguda, seguido de terapia física progresiva con ejercicios de movilidad, fortalecimiento excéntrico y neuromuscular a partir de la segunda fase o fase de reparación. La evidencia actual respalda el uso de terapias regenerativas como plasma rico en plaquetas (PRP) en casos seleccionados.
El tratamiento quirúrgico está reservado para lesiones de grado III, especialmente cuando hay desinserción tendinosa, grandes hematomas intramusculares o lesiones que no responden al manejo conservador tras 6–8 semanas. Las técnicas quirúrgicas incluyen la reinserción tendinosa y la sutura del vientre muscular con abordajes mínimamente invasivos cuando es posible. La elección del procedimiento depende de la localización de la lesión, el nivel funcional del paciente y la evidencia más reciente, que sugiere mejores resultados con intervención temprana en ciertos deportistas de alto rendimiento.

